La carga mental de las mujeres en el cuidado de los hijos e hijas
Que la sociedad, en su conjunto, se tiene que hacer cargo de que la maternidad y la paternidad tienen que estar en el centro de toda persona que quiera luchar por una sociedad más justa, donde el amor esté presente, donde acompañar a un hijo o hija en la aventura de crecer y donde el cuidado hacia las demás tenga el peso necesario y esté en el centro, tendría que ser algo que nadie se cuestione. Evidentemente, esto no pasa, porque se continúa valorando la productividad laboral, el poder y otras cuestionas más relacionadas con la economía y las capacidades «típicamente masculinas», como la fuerza, el éxito laboral, la capacidad de ganar dinero, etcétera.
Tanto es así, que incluso el feminismo todavía se continúa olvidando de poner en el centro la importancia de maternar, la importancia del cuidado de la otra, la importancia del milagro de la vida y, por tanto, tanto los cuerpos de las mujeres cuando paren, como sus emociones a lo largo del cuidado y la crianza no tienen cabida cuando tienen un tono negativo: tristeza, ansiedad, rabia, ira, dolor… ¿Y qué pasa entonces? Pese a que hemos evolucionado un poco desde hace 40 años y los padres está más presentes en todo aquello relacionado con la crianza, sigue sin ser suficiente cuando nos encontramos que la carga mental todavía está destinada a las madres.
¿Y qué es esta carga mental? Pues no se trata sólo de llevar al hijo o hija al pediatra cuando toca, sinó que significa haber pedido visita, haber registrado mentalmente cuándo es, y que tal vez llegará el día y lo lleve el padre. Estaríamos hablando de que a pesar de que hay padres «haciendo», la coordinación del hogar continúa recayendo en las mujeres: pensar, preparar, gestionar y hacer… Y volvemos a empezar. Si de los cuatro pasos, tal vez los hombres sólo se encargan del último, se hace evidente que la corresponsabilidad no queda equilibrada.
Es como si la mujer fuese la CEO del hogar, con toda la carga y tiempo que ello supone. Una carga que, además, es silenciosa, ya que no es reconocida en una sociedad donde no se valoran ni remuneran los cuidados y los trabajos del hogar. Si a asumir el 50% de las cargas añadimos toda la coordinación del hogar, las mujeres estamos asumiendo casi el 80% del trabajo. Es normal, por tanto, que nos sintamos hartas, cansadas y sobrecargadas.
Y además permanentemente preocupadas, con la necesidad de contar con más herramientas en el acompañamiento de los hijos e hijas, de tener más recursos para educarlos. En Associació in via llevamos desde el año 2004 llevando a cabo los encuentros grupales y charlas para madres y padres de infantes y adolescentes de distintas edades, trabajando temáticas como la convivencia familiar, la resolución de conflictos, la prevención de riesgos en las redes sociales, la coeducación en familia, la sexualidad infantil, el acompañamiento emocional a la infancia, etcétera. Y vamos observando año tras año, cómo gran parte de las «familias» que asisten, que se interesan, que buscan herramientas de mejora, son las madres. De las charlas grupales que hemos realizado de enero a abril de este 2022, han asistido un total de 136 personas: 116 madres y 20 padres, lo que supone que el 85% de las asistentes han sido las madres.
De las charlas concertadas por AFA de las escuelas, sólo en una escuela la interlocución ha sido con un padre, en el resto han sido madres. Todos estos datos nos hacen reflexionar sobre cómo «interpelar» a los padres, cómo hacer llegar el mensaje de: “Disculpa, pero tú también deberías conocer la sexualidad infantil, cómo acompañar emocionalmente a tus hijos e hijas, y qué significa y cómo se practica la coeducación en familia». Las responsabilidades siguen absolutamente feminizadas, pero claro, si es la madre la que tiene que ser la figura de “coordinadora del hogar”, pues que sea ella la que tenga las herramientas para acompañar y educar a los hijos e hijas.
En todo caso, tenemos mucho camino todavía por delante. Por un lado, que la sociedad en su conjunto sitúe la mirada en la importancia de la crianza y que realmente ésta se considere corresponsabilidad de los adultos responsables de las criaturas, sea como sea la composición de la familia, pero incluyendo a los hombres padres para que realmente la carga mental sea compartida, y, por tanto, los efectos invisibles de ésta no recaigan sólo en las mujeres.